En la desesperanza
y en la melancolía de tu recuerdo,
Soria,
mi corazón se abreva.
(Antonio Machado)

La provincia de Soria es una gran desconocida a pesar de estar tan cerca de otras como Valladolid, Palencia, Burgos, Zaragoza, Logroño y sobre todo de la gran urbe que es Madrid.  Y a pesar de que nos hemos “perdido”  alguna que otra vez por allí, siempre, siempre, nos sorprenderá. 


En poco, hay mucho, y variado pudiendo disfrutar desde una naturaleza pura y salvaje en el Noroeste de la provincia (Duruelo, Covaleda, Santa Ines, Abejar, Cidones, Muriel de la Fuente, Ucero, Calatañazor…) hasta hacer un viaje en el tiempo que nos transportaría miles de años atrás con la ruta de las icnitas (huellas de dinosaurios) en el noreste de la provincia por San Pedro Manrique, Yanguas, Bretún, Sta. Cruz de Yanguas, Los campos para continuar en Ambrona (a escasos kilómetros de Medinaceli) con los huesos fósiles de elefantes  y otros animales, pasando por villas y ciudades romanas dormidas en el tiempo (Numancia y Cuevas de Soria cerca de la capital y Tiermes al Suroeste) hermosas ermitas prerrománicas (Berlanga de Duero y Gormaz), para disfrutar de la sencillez y armonía de sus ermitas románicas que abren la magia de sus arcos de piedra a la luz del mediodía (Caltojar, Andaluz, Caracena) fortalezas, castillos y pueblos medievales que nos cuentan en su silencio mil y una batallas (Rello, Berlanga de Duero, Gormaz, Caracena, Catalañazor, Duruelo, Medinaceli, Burgo de Osma), hasta la elegancia y esbeltez del gótico (Berlanga de Duero). Paisajes culturales, perdidos, desconocidos, y sorprendentes (Recuerda)  todos estos últimos  al Suroeste de la capital el.


Y cito  aquellos que conozco dejándome localidades como Agreda y Almazán y alrededores  como Morón de Almazán, Monteagudo de las vicarias, Sta. Mª de la Huerta…con un importante patrimonio artístico y cultural que desconozco y que deseo descubrir.Relatos en 

http://angeles-soriaicnitas.blogspot.com.es/http://angeles-burgossoria.blogspot.com.es/


Soria, realmente “ni te la imaginas” y Soria realmente posee una magia que nos envuelve y atrapa.



Aunque en un principio hicimos una ruta que comenzó en Medinaceli, a 180 km de Madrid, recorriendo después unos 75 km hacia la capital, para descender de nuevo hasta Caracena a no más de 70 km de nuestro punto de inflexión en la que fuimos parando en diversos puntos, he preferido incluir otros en los que hemos estado en otras ocasiones y que debido a su proximidad, podrían ser de interés para quienes deseen trazar su propia ruta por estas tierras. Estos los destaco en “letra cursiva”.

Dos horas después de salir de Boadilla llegamos a Medinaceli, a su area de servicios (N 41º 10' 17'' / W 2º 25' 52'') donde nunca nos hemos podido resistir ni a pasear por sus silenciosas y empedradas calles  que nos transportan a otro tiempo ni a comprar  unos dulces en el cercano Monasterio de clausura de monjitas, en concreto unos que están hechos con trozos de almendra unidos con miel y cubiertos con chocolate. Deliciosos. Para aquellos que les guste, dispone también de varios restaurantes con menús a precios asequibles.
Tras una lluviosa noche, el día amanece gris y frío, muy frío. Pusimos rumbo a nuestro primer destino, Conquezuela pasando antes por señales que nos guiaban al yacimiento de Ambrona en el que podemos encontrar esqueletos fósiles incompletos de elefantes, restos de otros animales así como de hachas de mano correspondientes al paleolítico inferior.


En la carretera que une Conquezuela con Miño de Medinaceli nos encontramos a media ladera a nuestra derecha una
ermita junto a la cual se halla la Cueva de la Santa Cruz. De esta pequeña cavidad destacan las más de dos mil cazoletas que horadan la pared y cuya funcionalidad sigue siendo una incógnita y que posiblemente tengan connotaciones rituales o mágicas. Por su situación, no parece que su función fuera la de  recoger u ofrecer libaciones o sacrificios. Leo que junto a estas cazoletas se pueden distinguir figuras humanas esquemáticas de las que se ha dicho que podían representar escenas de un ritual, pero que no conseguimos identificar.



Seguimos nuestro camino atravesando estepas desoladas en un día gris que no parecía que fuera a abrir,  hasta Caltojar, pero nos topamos, como la primera vez que lo conocimos, con Rello, que nos sorprende encaramado en la cima de una colina, amurallado, desafiante, …así que no pudimos resistir la tentación de parar en el pequeño aparcamiento en el exterior para dar un paseo por las solitarias calles de esta población que solo cuenta con 25 vecinos en su último censo,  disfrutando una vez más de la serenidad, belleza y armonía de este lugar por donde no parece haber pasado el tiempo.

Tan solo dos vecinos charlaban en la plaza presidida por el único rollo  o picota de hierro de toda España,   haciendo referencia a un trabalenguas que dice: “El rollo de rello es de yerro”.  Se trata de una bombarda  o pieza de artillería primitiva  del siglo XV o XVI, a la que llaman “pasavolante”, con cinco argollas de sujeción.

El cercano castillo conserva la torre del homenaje (en muy mal estado, ya que fue destruida por un rayo) y un aljibe.  Y el sol comenzó a colarse entre las nubes caldeando el gélido día primaveral.


Y ahora ya sí ponemos rumbo a Caltojar (41º24’09.71”N: 2º45’50.67”W). Dejamos la autocaravana aparcada a un lado de la carretera para buscar caminando la Iglesia románica  de San Miguel Arcángel  del primer tercio del siglo XIII.

Unas niñas  nos indican la vivienda de la persona que custodia las llaves, quien en unos minutos nos la abre previo pago de 1€ por persona.

En su interior de tres naves llama la atención el presbiterio al que se accede a través de un arco apuntado. Destaca también una sencilla pila bautismal románica sin decoración y un hermoso púlpito del que aún se puede apreciar algo de su inicial policromado. Lamentamos el estado de deterioro de un retablo que la humedad literalmente se ha comido.

Pero lo más sobresaliente está en su exterior. La entrada principal orientada al sur presenta unas sencillas arquivoltas, la más exterior decorada con dientes de sierra. Los capiteles presentan elementos vegetales y sorprende su singular tímpano, abierto en arco geminado de medio punto y con un capitel que cuelga decorado con un tosco relieve.

Bordeamos la iglesia y  el ábside central  es muy singular ya que está dividido por columnas triples siendo la central de mayor grosor elevándose hasta una cornisa decorada con dos niveles de arquillos.

Rumbo ahora a Berlanga de Duero, donde ya hemos estado hace tan solo dos años, dejamos atrás las señales que nos dirigen a la ermita de San Baudelio, (41.418435; -2.790400) Prerrománico, de influencia mozárabe y considerada como la joya más original de la arquitectura prerrománica soriana.  Ha sido llamada también la “capilla Sixtina del arte mozárabe”. 

(http://angeles-burgossoria.blogspot.com.es/)
 















Continuamos camino hasta Berlanga de Duero donde decidimos buscar pan (41.462665; -2857374) . Declarada Conjunto Histórico-Monumental, tiene un patrimonio monumental envidiable aunque lo primero que destaca es su imponente muralla de gruesos muros, del XV ahora en ruinas y que  rodea el castillo y que se encuentra coronando la ciudad.  Ya la conocíamos de otra ocasión en que paseamos por alguna de sus calles y subimos a la fortaleza. El interior del castillo está está
dividido en dos patios. Uno junto a la entrada principal y el otro, en el que se localizan el pozo y el aljibe, donde se desarrollaría la zona palacial con una galería porticada de columnas góticas. Un segundo recinto corresponde a una muralla levantada alrededor del castillo medieval


Dejamos atrás la fachada con sus ventanales huecos del Palacio de los Frías, único vestigio que queda después del saqueo y posterior incendio realizado por los franceses en sus lujosísimas estancias durante la Guerra de la Independencia. Y dicen las crónicas que  atesoró maravillosos jardines renacentistas, aterrazados desde la plaza hasta el castillo y que cubrían toda la ladera, salpicados con fuentes, baños y ornamentos. Hoy es un secarral.

Pero esta vez prescindimos de subir y perseguimos nuestro objetivo: encontrar pan. Así en nuestra búsqueda dejamos atrás calles con alguna que otra vivienda típica topando con la colegiata del siglo XVI, que desconocíamos. Como íbamos con nuestra amiga peluda, establecimos turnos para visitar su interior
.
La colegiata de Santa María del Mercado de estilo Gótico-renacentista.
fue construida en tan solo cuatro años durante el siglo XVI.  En su interior me sorprende su grandeza y luminosidad. Su planta consta de tres naves centrales elevadísimas con un crucero. Unas fuertes columnas cilíndricas se elevan para sostener las bóvedas de rica tracería.
.
Esta Colegiata fue un ejemplo a seguir para muchas otras iglesias por su concepto del espacio y por la pureza de sus líneas. En su altar mayor hay un restaurado retablo barroco presidido por Nuestra Señora del Mercado y quince capillas, cada una de ellas auténticos museos bien dotados de retablos platerescos, barrocos, tallas, lujosos sepulcros o pinturas.

Anecdótico un cocodrilo disecado  que Fray Tomás trajo desde las Islas Galápagos descubiertas por él y que está colgado en una de las paredes, a la entrada.

Pero mis ojos se quedan atrapados en el bosque de enormes columnas  que ascienden y vagan por los nervios de las bóvedas estrelladas recorriéndolos y admirando y disfrutando de su elegancia.

Luego le tocó el turno de visita a Angel y desde aquí, proseguimos nuestro camino en la autocaravana,  dejando atrás su hermosa  picota, muy bien conservada, y una puerta de acceso a la villa.

Aun no lo sabíamos, pero volveríamos una vez más, a disfrutar de su noche.

Siguiente destino, Andaluz, su iglesia. Dejamos la autocaravana a las afueras de este pequeño pueblo tras atravesar un río ( 41.520870; -2811435) y mientras paseábamos por sus calles un anciano lugareño comenzó una breve conversación con nosotros aconsejándonos ver la iglesia por dentro y acompañándonos hasta la puerta de la vecina que guardaba las llaves.

Andaluz es una localidad de tan solo 25 vecinos pero fue una de las primeras localidades sorianas repobladas por los cristianos en estas legendarias tierras de frontera entre cristianos y musulmanes. Su importancia estratégica fue grande pues es uno de los lugares por donde se cruzaba el río Duero.

Un joven nos acompaño para enseñárnosla.

 Lo primero que destaca es su galería porticada del XIII. Originalmente; el pórtico rodeó las tres fachadas del templo, menos la cabecera. Hay ocho arcos de medio punto y todos los capiteles son de variados motivos vegetales. Contemplamos la belleza del conjunto desde el interior y accedemos al interior que consta de una sola nave y un ábside semicircular.

De nuevo en la galería entramos por una puerta al tramo oeste de ésta recuperada en las  obras de restauración de 1992 que permitió recuperar los capiteles de este tramo que  se exponen aquí.   La iconografía es variada apareciendo esculpidos animales, como un  ave del paraíso, una pareja de caballeros, un centauro, etc.

Ya en el exterior un pequeño grupo de visitantes toma el relevo y nosotros descendemos por sus calles. Cerca de la autocaravana una resuelta anciana nos pregunta si esa especie de camión es nuestro y se lo confirmamos. Me hizo tanto gracia que la pregunté si quería verla por dentro a lo que entusiasmada respondió que sí. La ayudamos a subir y es difícil describir aquí en pocas palabras la cara que ponía cuando la íbamos descubriendo nuestros rincones y escondites. Muy expresiva, exclamaba admirada y decía que nunca había visto una, y que no se imaginaba que eran así.

En fin, a sus 85 años me recordó a mi madre y a mi padre, y en su curiosidad pese a su edad, identifiqué la mía propia y la dije que jamás se debe de dejarla insatisfecha y mucho menos a partir de ciertas edades. Que yo siempre trato de satisfacerla y pregunto por todo y sobre todo. Así que después de ayudarla con cuidado a bajar, nos despedimos para continuar nuestro camino, ahora hacia la villa romana de la Dehesa en  Cuevas de Soria.

Nos la había descubierto 25 años atrás un amigo de Burgo de Osma. Entonces la encontramos abandonada con sus mosaicos descubiertos al aire y nos apenamos profundamente. Pensamos que estaba al capricho de los espoliadores. Luego hace quizás 15 años regresamos para que la conocieran nuestros hijos. La única evolución que había sufrido fue la de poner una caseta de chapa y uralita donde había un guarda. Encontramos los mosaicos cubiertos con grava para protegerlos. Al menos, eso era algo.
Cuando llamé para visitarla una tercera vez, me alegré de que hubiera sido recuperada y aumentó mi ilusión por regresar.  

Y allí llegamos alrededor de las 15horas (41.669376; -2620636). Donde años atrás no había nada, ahora había un gran y solitario aparcamiento y un edificio en medio de la nada. Decidimos por la hora comer y descansar pero para darnos el lujo de hacer la visita en solitario, renunciamos al descanso  y antes de las 16 horas estábamos entrando en ella.
Antes de acceder a la villa propiamente dicha, se pasa por un pequeño museo en torno a la importancia de la Naturaleza en el mundo romano y, concretamente, en el culto a Magna Mater, deidad oriental que regía el Universo y los ciclos de la Naturaleza.

Se trata de una villa rústica de la época tardoromana de los siglos III-IV d.C y tiene planta rectangular organizada en torno a un amplio espacio central ajardinado (peristilo).


Cuenta con un conjunto termal y más de treinta habitaciones de distintos tamaños con suelos de mosaico, muchas de ellas con cabecera semicircular de las que no se ha averiguado su uso con exactitud  y a las que no se accede directamente desde el peristilo  sino a través de pasillos o estrechas habitaciones que separaban una  de otra, evitando su comunicación directa con el frío del jardín exterior. Algunas hipótesis afirman que podría ser  un lugar de culto a dioses no romanos.

La villa se encuentra protegida por una moderna estructura y a través de unas pasarelas elevadas accedemos cómodamente a todas las zonas del yacimiento y vamos contemplando una a una todas las estancias y los hermosos mosaicos que las cubren, abundando las figuras geométricas, como el nudo de salomón o la cruz de malta.

Destaca, que en las villas romanas no es frecuente conocer el nombre del propietario. Sin embargo, en la villa La Dehesa aparece un monograma que se repite sistemáticamente en sus mosaicos.

Desde su descubrimiento se conocían estos monogramas, aunque no habían podido ser descifrados hasta que, nuevos descubrimientos y estudios epigráficos, han permitido conocer que la villa pertenecía a los "Irrico" o "Irricos", dado que se han hallado varias inscripciones en las proximidades de la villa donde figuran personajes con este nombre.

Tras intercambiar opiniones con el entusiasmado personal de la villa, decidimos acercarnos al destino del día siguiente, Gormaz ya que  la temprana hora, no aconsejaba quedarnos a pernoctar allí.

Y en nuestro camino dejamos atrás un hermoso puente romano para terminar en Berlanga de Duero, donde estuvimos unos años atrás (41.461540; -2855197), en una tranquila explanada a las afueras, frente a una residencia de ancianos. Muy cerca hay un area de servicios con toma y vaciado de agua.

La mañana se presento fría y luminosa y decidimos dirigirnos en primer lugar a un curioso lugar del que había visto unas fotos trasteando en el móvil la noche anterior. Se trata de Recuerda y su curioso paraje de bodegas.

Cuando llegamos preguntamos a una lugareña que se afanaba en la limpieza de su puerta y nos envío por una pequeña carretera a un par de kilómetros de la población (41.474766; -2.983485) en dirección a Morales.

Allí encontramos lo que después supimos que se llamaba la “Ciudad de la Alegría” –curioso nombre-, un interesante paisaje cultural poblado de unas 200 bodegas excavadas en la tierra y que emergen ordenadamente de ella como si fueran setas.

Muchas están abandonadas  y asomándonos vemos como un estrecho túnel cubierto de grandes losas de piedra, se sumerge en el interior de la tierra. Fueron excavadas a cielo descubierto, cubriéndose después con estas losas que a su vez se taparon con la arena y sobre las que ha crecido todo tipo de vegetación.

Algunas han sido bien restauradas estando en uso, y en otras…han hecho algún que otro “chiringuito” que rompe la singularidad y belleza de este paisaje que no se encuentra en las guias turísticas o páginas web de turismo de Soria.

Seducidos por la peculiaridad del lugar paseamos cada uno por nuestro lado, asomándonos a una y otra bodega mientras Tula saltaba detrás de todo lo que se moviera.

Desde este extraño lugar divisábamos al fondo la impresionante fortaleza de Gormaz, a donde pusimos rumbo, fascinados aún por nuestro descubrimiento, pero esta espectacular fortaleza sería otro de los descubrimientos que haríamos hoy.

Y ya antes de llegar la silueta recortada de esta gigantesca fortaleza encaramada en lo alto de una loma, capta nuestra atención.  Silenciosa, vigilante, dormida, testigo mudo de sucesos históricos que guarda celosamente entre sus paredes.

Atravesamos  la localidad dejando atrás  la ermita de San Miguel que visitaremos después.
Dejamos la autocaravana en el pequeño aparcamiento (41.493043; -3.008253) situada unos metros de la entrada.

El castillo de Gormaz construido en un cerro de 130 metros de altura en medio de una inmensa llanura, es la mayor fortaleza medieval de Europa con casi un kilómetro de perímetro amurallado que dominaba un paso de extrema importancia en lo que era la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes en las guerras de Reconquista. Quien se hiciera con el castillo de Gormaz, daría el paso más importante durante los siete siglos que duró la reconquista.

Antes de entrar contemplamos ya la grandiosidad de esta construcción. En pie aguantan gran parte de las murallas, muchas de sus 28 torres, parte del alcázar, la puerta califal, una alberca y un poco más. Pero suficiente como para imaginar la grandeza de lo que fue un día este lugar y sobre todo su enorme importancia estratégica.

Se encuentra dividida en dos sectores. El alcázar o zona noble donde  residía el gobernador militar y los miembros notables del ejército y la administración siendo la más reformada en tiempos de la dominación cristiana bajomedieval.

Aquí está la torre mudéjar del homenaje, aunque la que vemos hoy es una reconstrucción de ladrillo del siglo XIV construida en codo para obligar a quienes entran en el alcázar a hacer un giro lento en ángulo recto, los restos de la torres de Almanzor y una serie de dependencias que podrían haber sido una estancia señorial y la sala de armas, además de un aljibe.

Desde su interior se tienen unas espectaculares vistas de la llanura soriana. Pero quizás la más impresionante a mi juicio es la que se tiene a través de la puerta califal con su arco de herradura desde donde se contemplan los verdes campos de Soria cultivados, el río Duero, y la anchura de Castilla en toda su extensión.

Entre sus murallas guarda también parte de la historia de El Cid Campeador quien fue señor de este castillo.


Deambulamos por su interior acompañados tan solo por media docena de personas. Me entristece pensar lo que un día fue, y lo que es ahora así como el poco aprovechamiento que se saca de ella. Entrada libre y nadie vigilándola.



Bajamos hasta la cercana  ermita prerrománica de San Miguel (41.491021; -3.010730), situada en la falda del cerro de la fortaleza, descubriendo un asombroso interior donde se conservan restos de frescos románicos muy bien conservados y del mismo taller que los célebres de San Baudelio de Berlanga.

Al parecer pudo tener un origen visigoda, alla por el siglo VI,y pudo haber sido destruida por la invasión árabe. Cuando el territorio es reconquistado definitivamente por el rey Fernando I, se funda la aldea de Gormaz con una ermita dedicada a San Miguel.

Es construida entre los siglos XI y XII, y mantiene una gran sencillez y austeridad exterior que para nada deja sospechar lo que hay en su interior. Por entonces el  románico internacional no había llegado a suelo hispano por lo que su construcción se realiza con formas prerrománicas que algunos autores llaman mozárabe y otros de "Repoblación".

Tenía dos entradas,  una por una puerta de  arco de herradura del siglo X, cegada hasta la reciente restauración, y otra  puerta mozárabe a la que en fecha indeterminada adosaron una románica procedente de la desaparecida parroquia de Santiago,  y que tiene bastantes errores y carencias en su reconstrucción.

Sorprende, en primer lugar, su espacioso interior, pero sobre todo los frescos fechados en el siglo XII, de enorme valor artístico.  Parecen ser del mismo taller que trabajó en San Baudelio de Berlanga y también relacionado con los de la vera Cruz de Maderuelo. Estas pinturas están incompletas y se esparcen por la cabecera y las partes altas de los dos muros. Los colores empleados fueron mayoritariamente amarillo, ocre, rojo y negro, aunque no falta el azul.

En la parte superior de uno de los muros se aprecian escenas de la natividad y en la parte inferior una d un combate entre caballeros. En otro de los muros y en su parte superior se ven con claridad los tres Reyes Magos a caballo y debajo una escena de San Miguel pesando almas y un diablo junto a la balanza. Igualmente encontramos escenas del cielo y del infierno.
En la bóveda aparecen pintados los cuatro  evangelistas y los arcángeles San Miguel y San Gabriel, además de otros ángeles, y en la parte baja los veinticuatro ancianos del Apocalipsis.

En la cabecera del ábside el estilo de la iconografía guarda una clarísima relación con las pinturas de San Baudelio y la Vera Cruz de Maderuelo.

En el vano de iluminación se dispone de  la paloma blanca símbolo del espíritu Santo, aquí en sentido ascendente y en la ermita de San Baudelio de Berlanga descendente. Aparece también el cordero místico.

En el suelo se abre un hueco de forma aproximadamente rectangular -con las esquinas redondeadas- que parece ser que sería una pila de bautismo por inmersión.

Tambien encontramos una pila bautismal de una curiosa forma, ya que tiene forma de cruz griega lo que la hace única, posiblemente del siglo XI:

Así que visitar Gormaz no solo se hace necesario por su fortaleza y la historia que encierra. Su visita es imprescindible si añadimos esta sorprendente ermita.

Y a la salida, su entusiasta cuidador nos habla con tristeza de lo poco visitado que es este lugar tan hermoso y excepcional, y de lo desconocida en sí que es la provincia de Soria, afirmando que la gente prefiere irse a la playa. No nosotros, como le dijimos.

Nos habla de otras bonitas localidades con un interesante patrimonio histórico y cultura, entre ellas Caracena cuya visita había barajado pero rechazado ya que su carretera termina en una especie de fondo de saco y había que hacer kilómetros de ida y de vuelta, pero nos dice que ya no es así  y que hay una nueva carretera que nos acercaría a la SO-135 cerca de Montejo de Tiermes  y de aquí a Ayllón para después regresar a Boadilla por la A-1. Así que sin pensarlo dos veces, pusimos rumbo directo a esta localidad, parando antes a comer en un idílico bosque de sabinas.

Caracena aparece en la ladera de una montaña, rodeado por uno de los parajes más agrestes de la provincia de Soria, un paisaje austero pero de gran belleza.

Dejamos la autocaravana a la entrada de la localidad, y bien hicimos, porque luego no hay sitio donde poder dejarla.

Ascendimos por sus calles hasta la plaza mayor donde se encuentra el Rollo o picota. Inicialmente estuvo en otro lugar pero a principios del siglo pasado se trasladó aquí.  Inicialmente fue un monumento representativo de la autonomía administrativa de la villa y también, como lo eran todos, era símbolo del poder judicial ya que era una columna de castigo donde se exponían a los malhechores a la vergüenza pública.

Este rollo o picota, al igual que otros, como el  mencionado de Rello, fueron inicialmente simples postes hincados en el suelo, pero con el tiempo se elaboraron en piedra, decorándose bellamente.

Subimos por una calle hacia la iglesia de San Pedro y a nuestra izquierda dejamos la antigua cárcel, y las ruinas del hospital del que hoy tan solo se conserva una hermosa ventana y dos de sus muros a punto de caer.

Y llegamos a la magnífica  Iglesia de San Pedro de Caracena  que se encuentra entre las más conocidas del románico soriano, en gran parte por su magnífica galería porticada y por la escultura de capiteles y canecillos.



Está situada en la zona más elevada del conjunto histórico, camino del castillo, su estructura ha sufrido importantes reconstrucciones a lo largo de la historia, llegando casi a desaparecer su estilo románico original. Afortunadamente, estas obras mantuvieron intactas la galería porticada adosada al sur (s. XII) y la cabecera con sus canecillos, una de las más hermosas que hemos podido disfrutar.

Aunque tuvimos la suerte de poder acceder a su interior, no tenía nada destacable, por lo que regresamos a disfrutar más de su exterior, en especial, de su galería porticada.

Y como teníamos tiempo decidimos acercarnos dando un paseo por el campo al Castillo de Caracena a un kilómetro y del que leimos que era una de las fortalezas medievales más importantes de Soria.


Y tras una breve subida aparece esta magnífica construcción solitaria, noble, orgullosa, construida entre dos cortados que forman dos barrancos que desembocan en el río Caracena.

Nos acercamos a sus murallas buscando la entrada. Aunque en su construcción se pueden distinguir dos etapas se cree que su origen es anterior al siglo XII, aunque es demolido y posteriormente reedificado en el siglo XV con su actual configuración.

Construido en mampostería, se aprecian claramente los restos de la construcción original, una muralla que recorre el alto entre los barrancos y que sirve a su vez de base para la posterior torre del homenaje y el muro norte del recinto interior, ambos del siglo XV.

Cuenta con un doble recinto con foso artificial y un acceso en zig-zag muy protegido. El recinto interior parece rectangular con la torre del homenaje en una esquina. El exterior sigue el contorno del interior.

Rodeamos este castillo por el exterior dibujando sus contornos para dejarla atrás y emprender ya el regreso a casa.




En nuestro camino, una señal nos desviaba a la ciudad romana de Tiermes que bien merecen otra parada.






Soria, siempre sorprende y seguiremos descubriéndola.

Mª Angeles del Valle Blázquez
Boadilla del Monte, Enero 2017